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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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07-12-2009

 

 

Julio A. Louis

 

Vencedores y vencidos

SURda

La República

La culminación de la Guerra Grande para Uruguay ­8 de octubre de 1851­ tiene una célebre declaración: "entre las diferentes opiniones en que han estado divididos los orientales, no habrá vencidos ni vencedores". Sin embargo, no fue así. Disueltas las tropas de Oribe (blancos) y con la imposición de Urquiza (aliado a Inglaterra, Brasil y al gobierno colorado de la Defensa) hubo vencedores y vencidos y se crearon las condiciones para que Uruguay se convirtiera en una nueva Cisplatina. La declaración "ni vencidos ni vencedores" fue hábil, política, diplomática, pero falsa hasta la médula. Cuando el 29, el electo presidente Mujica la repite en su discurso, se esfuerza para calmar las aguas, para encauzar el diálogo político y, en ese sentido, su señal es positiva. Pero en el fondo, la declaración es tan falsa como la de 1851: porque el 29 hubo vencedores y vencidos. Es cierto que no debemos ser "pizarreros" y refregar en la cara la victoria al votante blanco o colorado encolumnado detrás de dirigentes retrógrados apuntalados en la ocasión por la cúpula cavernícola de la Iglesia Católica. Pero también es cierto que la elección confirma que se ha abierto una nueva época histórica en que se ha enterrado en el pasado el país de los blancos y colorados, de los colorados y blancos. Y ésa es una excelente noticia. La derecha tradicional, cada vez con menos apoyo, tendrá que reconfigurarse en un escenario poco propicio para el golpismo y el terrorismo político e ideológico (fracasado en el caso Feldman y en el de los "asesinatos" de bebés).

Deberá ser en el campo de las ideas y en el accionar político (sin provocaciones ni represión) que el Frente Amplio tendrá que contribuir a enterrar ese pasado nefasto; por el contrario, no debiera darle aire a los moribundos para revivirlos. Ello no es contradictorio con que el Frente respete la constitución y la ley y dé a la oposición las posiciones que ha obtenido. Y nada más.

El agudo periodista Marcelo Pereira afirma: "Las diferencias relevantes en el Uruguay de hoy no son las de los años 50 y la 'Guerra fría'. Son diferencias de mentalidad entre quienes siguen viviendo aquella confrontación y quienes están dispuestos a cruzar las viejas fronteras. Los primeros decrecen, se van extinguiendo". ("Otro tiempo", "la Diaria", 30 de noviembre). Tiene razón en que vivimos otra realidad y que hay diferencia de mentalidades. Tiempos tan cambiantes como los actuales no pueden encerrarse en sucesos o mentalidades ancladas en el pasado, entre otros motivos, porque las vivencias humanas son intransferibles (nadie puede trasmitir a otros el dolor por un desaparecido o las pesadillas por ser torturado, acorralado, baleado, o estar presos de por vida). Tendría que precisar el periodista qué es estar dispuesto "a cruzar las viejas fronteras". Pero todos tenemos que juzgar si la confrontación entre el imperialismo (el poder dominante del sistema capitalista) y el bloque de sus aliados, de una parte, y el bloque político y social representativo de las clases populares de otra, tiene vigencia o no. O si la presencia del imperialismo en el golpe "recubierto" por elecciones en Honduras, o las bases militares norteamericanas en Colombia (apuntando hacia ésta y hacia otros países) es una realidad grave o debe minimizarse. A nuestro juicio "cruzar las fronteras" no debe significar igualar a Uribe y a Chávez, a los secesionistas cruceños y al gobierno de Evo, a Micheletti y a Zelaya. "Cruzar las fronteras" sí debe ser diferenciar entre gran parte de la actual oficialidad de las Fuerzas Armadas y los viejos fascistas presos o aún libres y sin condena, entre militares a favor del pacto defensivo sudamericano y militares que aceptaron la Doctrina de la Seguridad Nacional impuesta por EE.UU. "Cruzar las fronteras" es propender a la renovación generacional y no seguir candidateando sólo a sexagenarios, septuagenarios y octogenarios.

También "la Diaria" del 30 informa del llanto de una joven blanca y su comentario: "¿Cómo va a ganar este asesino?". Hay que dar lucha ideológica, explicar que Mujica no es un asesino, el sentido y el carácter de los movimientos de los 60 y también los errores que la izquierda cometió. Eso forma parte del quehacer permanente. Por eso, discrepamos con el senador Fernández Huidobro cuando sostiene: "Para mí la hegemonía es una mala palabra", es "un término odioso". No es cuestión de los demás si el compañero dice que es "para mí". Sí es cuestión de nosotros, que su confusión no se extienda. La hegemonía ­concepto de Marx, de Lenin, desarrollado por Gramsci­ es imprescindible para afirmar la victoria de las clases populares. La hegemonía, si hubiera sido comprendida hubiera significado, entre otras cosas, evitar actos de aventurerismo político. Y la lucha ideológica es la herramienta para conseguirla. Por eso debemos librarla.

http://www.larepublica.com.uy/editorial/391185-vencedores-y-vencidos

 

 

 
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